Levantó la taza
deslizó sobre mi piel  
una mancha hirviente
y la absorbí
Hasta que se enfrió 
Hasta que quedó
seca
y me dejó
marcada para siempre
Desplegó entonces 
sobre mi superficie
un líquido tibio ,
transparente 
que cayó
pesado de silencio
Lo absorbí
mientras escuchaba 
como arrastraba la silla hacia atrás
y como luego
crujían las tablas
del parquet desvencijado
bajo sus pies.
Escuche como trazaban su circulo
y como acercaba la silla de nuevo.
Un suspiro 
Frustrado, 
frustrante.
Me pinchó
Clavó con todas sus fuerzas
la punta de la lapicera a pluma
y me rasgó furiosamente
salpicando esa tinta negra, espesa
por todas partes
Sus letras no respetan mis renglones.
Sus letras 
por momentos corren, fastidiadas
caminan , ansiosas, fingiendo calma
y por momentos 
también
se detienen, 
hundiéndose y hundiéndome
en una oscuridad abisal
que parece deshacerme
Me tatúa con su caligrafía
desprolija
que insurrecta,  sube y baja 
en mis líneas perfectamente  derechas.
"Qué placer verte otra vez
nos decimos, sin hablar"
escribió, distraída, en el margen izquierdo
entre mis dos perforaciones,
ese fragmento cliché de aquella banda
de rock tan sobrevalorada.
Me raspó al tachar las palabras
"qué placer"
dejó la punta de la pluma
apoyada sobre mi un rato
un rato largo, inguino.
al tiempo que su mirada
me corroía.
y entonces 
me despedazó por la mitad
me arrugó, 
me hizo un bollito 
que apretó muy fuerte
y me tiró por la ventana.