Hubo un momento de mi vida aunque cabe la posibilidad de que no haya sido el único, en que me separé de mi misma. Comencé a mutar. Lo hago bastante seguido, más quizás de lo normal. Pero esta vez fue distinto ,más evidente, no solo ponía en juego mi ser sino a mi entorno.
Todo lo que poseía entonces careció ya de importancia para mi.
La vida, supongan, está representada por globos. Yo tenia todos los globos que conformaban cada parte de mi vida sujetos en mi mano y comenzé ese día a dejarlos ir. Los observé elevarse y surcar el aire, uno a uno, con una sonrisa inexpresiva en mis labios, sin emoción alguna. Uno a uno: Mi familia, mis amigos, mis ambiciones, mis miedos, mis recuerdos, mis certezas, se habían elevado hasta perderse entre las nubes y ahora, desposeída, vacía, empezaba un nuevo yo.
Bajé la mirada del cielo y caminé hasta la avenida, y desde el medio de esta comencé a recorrer.
Vi los vehiculos y a las personas, las luces y los ojos, todo pasar a mis costados y sin embargo, ninguno de ellos podía tocarme, ninguno me involucraba, yo no los conocía y ellos tampoco a mi. No podían alcanzar ni el más minimo retazo de mi piel. Los percibía como si estuvieran dentro de una película paralela a la mía. Corriamos en túneles de cristal que no tenían punto de intersección jamás.
Solo los vi pasar y con los ojos en blanco, seguí caminando. Las pupilas hacia mi interior.
Al fin podía ver, al fin estaba en paz.
O eso creí entonces. La tranquilidad es una vaga ilusión.
2 comentarios:
woow me encanta como escribes, me conecto sniff hahaha
me recuerda a ana y mia, la ligeresa
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