viernes, 12 de febrero de 2010

Vacaciones Veinte Diez. Parte V

Dia VI: El regreso.

Nos tendriámos que haber levantado a las 7AM el despertador no sonó. A las 10 las chicas tocaron mi puerta para ir a desayunar y así dormida como estaba me lavé, me vestí y puse lo que faltaba de la valija. A las 10.15 ya estaba lista. Querer es poder.
Desayunamos y bajamos todas las cosas al lobby. Saludamos a los recepicionistas, al concerje y al barman con los que habíamos pegado re buena onda. Nos pasaron a buscar dos remises que nos llevaron a la terminal y esperamos hasta las 12.15 horario en que llegaba el  micro.
12.20: No llegaba
12.25: seguíamos esperando.
12.40: Mi madre se alarmó por el retraso y fue a preguntar qué pasaba.

- El micro ya pasó. Le respondieron
- Cómo que ya pasó, si no se anunció en ningún momento!!
- Si señora, es que hubo una confusión y se anunció como que iba hasta Liniers y no hasta Retiro y partió sólo con 5 pasajeros. El próximo micro parte a las 17 hs, ya hicimos los arreglos para que viajen en ese.

Esperamos ahi 5 hs. Almorzamos los sandwichitos que habiamos comprado para el micro. Compramos papas fritas para matar el tiempo y toqué la guitarra para evadir el aburrimiento.
El viaje pasó rapido. Escuché toda la discografía de Avril, dormí un rato, miré las nubes por la ventanilla e hicimos unos tests de una revista sensacionalista, no sé si era paparazzi o cual. Cuando ya caía el sol puse Radiohead. No hay nada que me guste más que ver el atardecer en el campo, a través de una ventanilla, con el viento despeinandome. Es uno de esos pequeños placeres de la vida que me hacen sentir plena, y Radiohead, debo decir que contribuye mucho a la atmósfera, acompaña mi ensimismamiento de una forma tan natural, que es como si mi estado de introspeccion tuviera música propia. Es bastante dificil de explicar a decir verdad. Me evadí totalmente de la realidad, hasta que mi mamá me sacó un auricular y me dijo: devolveme la manta que ya estamos por llegar. Me hizo darme cuenta de que hacia rato que estaba fijando la vista en las motitas de luz de la ciudad.
Después llegaron los abrazos de las familias que nos habian extrañado en nuestra semana de ausencia. Aunque debo decir que en mi casa nada cambio. Yo no soy de las que dicen: Home sweet home. No soy de esas no porque no quiera, sino porque no tengo demasiados motivos.  La casa estaba hecha una mugre, y hubo una pérdida de agua en mi placard, por lo que toda mi ropa se llenó de olor a humedad y la tuve que poner a lavar. No tarde ni un segundo en desear estar lejos de nuevo, en estar en el hotel, lejos del pelo de perro y las camas sin hacer.

Ese fue el final de nuestro viaje. Estuvo lleno de, risas, discusiones pasajeras, llantos de emoción, abrazos, besos, miradas, sorpresas, peligros de muerte, lleno de todo lo que uno puede imaginarse en un viaje con amigas y novio. Puedo decir que fue el mejor viaje de mi vida y una de las mejores experiencias que tuve hasta ahora.
Gracias.

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