Me preguntaste qué era lo que quería y qué esperaba. Te respondí con lo primero que se me cruzó por la cabeza: Quiero que me dejen de hinchar las pelotas.
Siempre tiendo a hacer eso, a ocultar mi lado más profundo, por la falta de ganas de hablar, incluso a vos, la persona a la que se supone debo desnudar mi alma.
A veces debe parecer que tengo problemas de habla, que no me sé expresar, pero no es eso, es algo más, algo que todavía no puedo descubrir. Es uno de esos tantos cabos que aun no até.
Apenas cruzé el umbral de la puerta di con la respuesta, era tan sencilla que me sorprendió y tal vez es por eso que no llegó a mí inmediatamente, por que mi mente tiende a enroscarse y a hacer conexiones sin sentido o por el contrario a quedarse totalmente en blanco, para que luego de mi boca salga un hilo de coherentes incoeherencias. Ya en el ascensor, miré al espejo fijamente y le dije: Lo que realmente quiero es ser feliz. Lo que espero es que me ayudes a lograrlo.
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