lunes, 20 de junio de 2016

Tu pecho contra mi espalda 
En fugaces madrugadas
Traga mis ansias
Apacigua las náuseas
Se ensaña mi abdomen

En toda su alza y calza
Suavemente tu pierna
Entre las mías y lo que
Adentro estalla, es guar
dado Para siempre Junto
a mil falacias que te acallan

Brota sangre de un girón
De carne arrancado con
Cuidado entibiando mi fuego
Secando mi deseo

Y dejando tan sólo plasmado
En mis labios el fragor de tu beso
Para que cierre los ojos y despierte
Tiesa en un féretro sumergida en tu
Entierro , amarte no espero, si sacarte
De mi verbo.
Huellas dactilares dibujadas, desparramadas al azar, se deslizan lentas meticulosamente me traspasan  y se adueñan de una fragilidad tan suave, tan inmutable, flexible, una fragilidad  que quizás sea irrompible.
No sé si quiero hablar de las huellas , de lo que se quiebra, o del tiempo que es imperturbable al igual que yo que siempre estoy al limite  de hacerme astillas pero cedo.  Saber que el tiempo es más una percepción que algo lineal.  Saberse flexible , saberse muerta de antemano, saberse herida, aferrarse a lo conocido del dolor, un témpano que quema.

me siento muda me siento indefensa y pienso en que ya va a pasar, pienso en el tiempo , en la inmutabilidad, en lo frágil, en lo flexible, en lo que trasciende, en la música. Y me voy, me voy de ese momento y de ese lugar, hasta que hayas terminado conmigo y vuelvo. Todo está desconectado, todas las palabras flotan en una nube de ideas y se pelean por salir todas juntas, porque se sienten apretadas y les duele estar encerradas, me duelen.