domingo, 26 de diciembre de 2010

En la habitación.

Ya no existía el verano. Ya no creía en el sol, salvo en su cama, que la succionara y la llevara a otro lugar, donde pudiera perderse para siempre y jamás ser encontrada. Un frío voluble se inmiscuía en sus venas y la penetraba irremediablemente, retando a su sangre y finalmente venciéndola. Víctima de la ausencia resquebrajada de incontables atardeceres, del silencio monocorde y ensordecedor de sus pensamientos Agotada de tantas palabras que sonaban hermosas, la estética, la armonía poética de palabras que eran todo menos significado. Vacias y endebles.  Los días pasaban fugazmente sin darle tiempo a parpadear, las horas pesaban y se hacian eternas, vagas en la espera. Una hora, dos, unas cuantas semanas, se rehusó a levantarse, se negó a abrir los ojos y asumir que seguia en aquel condenado lugar que la condenaba a seguir despierta, que la forzaba a seguir respirando. No era su tiempo. Su cuerpo desfallecia y su mente se tornaba azul, un azul cada vez más acuoso. Tenuemente la luz se filtraba por las rendijas de la persiana e inundaba la habitación. Poco a poco el colchón la consumía y fundia su piel en las hebras de algodón de la sofocante frazada. Una nostalgia vacía y carente de motivos se hacia notar en el murmullo distante de las paredes y esa incertidumbre siempre presente, crónica que la acechaba en cada lugar recóndito de su mente, culpable de saber que todas sus inseguridades eran infundadas y sin embargo eso no generaba ningún cambio en un vaiven que disimuladamente se detenia opaco. No sabia vivir, nunca nadie se lo habia enseñado y cayendo en la cuenta de que su ignorancia era la misma que le impedia desaparecer.  Cómo iba a ahogarse si jamás habia sumergido la cabeza. Cómo se supone que iba a volar si jamás habia descubierto cómo dar los primeros pasos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Soledad y rumbos.

Alguna vez se habia preguntado qué era lo que tenia la soledad que la atraía tanto, y se lo preguntaba cada día, mientras leia un libro de Cortázar en su cama o bajo su árbol adorado en el parque, mientras tomaba café, durante una ducha, antes de cerrar finalmente los parpados y dar por termindado el dia.
La ausencia de horarios y la falta de explicaciones, la libertad de no rendir cuentas, la libertad de decidir sin barreras. El tímido silencio, la introspección. Las luces y su penumbra iluminada tenuemente por avellanados ojos. Respirar, una y otra vez el aire tibio, la lluvia de verano, la quietud. Las largas caminatas por pasajes de casitas y arboledas, el murmullo típico de un barrio. Las fotografías, el colectivo vacío. El sol de las 5 de la madrugada. Su minucioso desorden, la poesía. Finalmente la música, el mayor de todos los placeres, no necesitaba más, sóla no tenia complicaciones sóla, era suya y sostenia su irreverente cosmos en una mano despreocupada. Entonces llegó él- Entonces abrió la puerta y dejó la casa vacía de si. Se marchó en silencio. Se alejó sin despedidas. Corrió, lo más veloz que pudo, evadiendo todo rumbo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La ansiedad y el fin.

Tener demasiado para decir, pero simplemente es más cómodo no hacerlo.
A veces se adueña de ella esta crisis de ansiedad, como ahora y su pecho explota, el corazón lucha por salirse por su garganta. Se quedó ahi trabado. Quisiera desangrarse entonces. Quisiera poder hacer algo para que se detuviera pero una vez más no pudo. Pasó ya mucho tiempo desde que  había cerrado el círculo y abrirlo seria una tragedia. Quién le asguraría que esta vez puediera cerrarlo de nuevo, quién evitaría que  su conciencia vagara indefectiblemente en la nada misma, si quedara dando vueltas ahi para siempre, regodéandose en su propio charco, en su propia miseria. Mirando como todo lentamente se desmoronaba de nuevo y ya sin ganas de recobrarlo. Sólo dormir- Sólo reirse en sus vicios.
A veces, sentía que nada valía la pena. Que ella no valia la pena. Estaba de un humor tan desagradable, odió lo que veia. Destrozaría el espejo en mil partes, sólo podia ver defectos. en cada insignificante rincón Siempre tan crítica. 
Todo es un cúmulo de mentiras, de hipocresía y ella y él. Tan aferrada, tanto más que no soportaría la pérdida. Duele el riesgo, la incertidumbre, lo que siempre evitaba pero aquella vez algo falló, le salió en contra de sus planes. Se tiró al abismo. Si me estrellara, ya no podria reconstruirme- una y otra vez esa frase que le daba vueltas, que la mortificaba.
No le tenia miedo a nada, jamás lo tuvo , sólo la ignorancia, la irracionalidad, ese irrevocable limbo. A eso es a lo único que le temía histéricamente.
No sabía cuanto iba a durar, no sabía qué lo terminaría destruyendo y por ende no sabía cómo evitarlo, salvo aislandose, alejandose de todo factor de riesgo. Aléjandose entonces de todo.
Y escrbió, y la tinta se disolvía en el agua, siempre.  Y sus notas, infinidad de ellas.  Abrí el cajón y sostuve el cuaderno. Lo abrí en la última página y encontré que era la más blanca  y que brevemente rezaba : Cuando estoy sola me siento segura, el problema es que ya no lo estoy. El problema es que no quiero estarlo.
La Abulia lucha por consumirme, me roe, me sostiene los brazos y se desliza por el resto del cuerpo, sofocante. Trato de mantenerme, de mirar adelante, de mirar bien y sin embargo todo es tan difuso de nuevo. Estoy en el limbo y estoy a un paso de perder el equilibrio. Necesito un café-
Todo comenzaba a variar, salvo esa siempre constante necesidad de silenciar la ciudad, apagar los faroles, desaparecer. Ponerle stop a la película, cerrar los ojos para siempre. Lanzarse a un vacío  desmsurado e impactar eterna.