lunes, 8 de febrero de 2010

Vacaciones Veinte Diez. Parte II

Dia III: Códigos playeros.

Me levanté a las 7, desayunamos y Vladimir me acompaño hasta la terminal. Llegamos a las 11 y esperamos más de una hora hasta que el micro de las chicas llegara desde Capital. A eso de las 13 hs llegamos al hotel y dejamos las valijas. Fuimos a almorzar a las 14.30 y volvimos a desempacar. A eso de las 17.30 hs decidimos ir a la playa, pero dado que ya era tarde, tuvimos que ir a la Bristol, alias la "Bolibeach" que nos quedaba a dos cuadras. Era una mugre inexplicable y la gente no era demasiado agradable no sé si me explico. Era una negrada :D Nos metimos al mar, y con Caro nos entretuvimos saltando olitas. Jugamos al paddle, le pegué a un gordito en la cabeza bastante fuerte y le fui a pedir perdón. "Son cosas de la playa", me respondió alegremente.
Más tarde acompañé a Caro y a Puigui a ver a Valientes.
Fuimos a cenar a Montecatini, tomamos unos daikiris en el hotel, hechos por el barman de ojitos claros,  y después fuimos a recorrer el centro. Esta noche casi no dormimos.

Dia IV: Playa Gay (alegre) y otra experiencia cercana a la muerte:

Fuimos al puerto a buscar una feria que no encontramos. Comimos pizza en un lugar cercano y caminando llegamos a una playa que se encontraba entre dos escolleras, y debo mencionar que habia un olor a pescado importante. No había demasiada gente, sólo unos cuantos surfers. Apenas llegamos, tiramos todo sobre una roca y las cuatro corrimos hacia el mar. Barrenamos olas con el cuerpo (y deberían ver que patéticas quedábamos), nos desternillamos de la risa cuando Carolina casi se queda en bolas y  Todo estaba bien hasta que escucho que Vicky me grita: Jaz, me parece que no puedo avanzar! Traté de nadar, pero tampoco yo logré impulzarme hacia adelante. Blda, nos metimos en un chupón .. le grité. Cada vez estaba más lejos, y empezé a preocuparme Braceé con más fuerza, pero de nada sirvió. Entonces traté de pararme, aun hacía pie pero la arena bajo mis pies se arremolinaba y no me dejaba caminar, por el contrario, me arrastraba. No desesperes, me dije a mi misma. Estaba tragando agua. Mire a mi costado y me mareé cuando senti que las rocas venian hacia mi (porque yo no sentia que era yo la que se movia, sentia que todo alrededor de mi se sacudia). Me quedé quieta porque no podía hacer nada más que esperar. Esperar qué? No sé. Ya no escuchaba nada y una vez más mi mente se fue a otro lado. A uno más feliz.
Agarrate fuerte me dijo una voz gruesa y me agarró el brazo. Cuidado! le grité al guardavidas. Cuidado que nos vamos a dar contra la escollera... Apurate, sacame de acá- balbucé.
-Esperá que tengo que agarrar a tu amiga.- Me dijo la voz grave. Vicky, me habia olvidado totalmente de ella. Giré a mi costado y vi su cuerpecito moviéndose , braceando sin sentido, tratando de salir. Se sujetó a un lado del salvavidas, en frente a mí y nos miramos incrédulas.
En pocos segundos estábamos en la orilla, un montón de gente nos miraba y mi mamá nos abrazó fuerte - Te dije que el mar es traicionero -  me retó entre enojada y contenta.

Esto no fue todo. Una vez que nos calmamos (5 minutos más tarde) ya estabamos haciendo chistes, aunque un poco recelosas de volver al mar. Veo a un rubio basrante apetecible corriendo en zunga, rosa con corazones... Atrás de Él iba otro amigo, en zunga violeta y otro en malla negra. Sacaron su cámara y empezaron a posar cual  Miley Cyrus en el video de 7 things. Qué desperdicio-  pensabamos con mis amigas- mientras los mirabamos inquisitivamente. Pero no parecieron darse cuenta ya que a los dos segundos, el rubiecito de rosa se subió a cocochito del de violeta y tras una palmada en la cola, corrieron hacia el mar agitando las manos y riendo estrepitosamente, comenzaron a chapotear.

A la tarde fuimos a ver a valientes, Caro se subió arriba mio y los vio al buen estilo platea VIP.
Esa noche fuimos a un tenedor libre chino y  a ver a Valientes de nuevo. Les enseñé a colarse en la fila disimuladamente. Terminamos en la fila II. Gritaron como desquisiadas al ver a los tres barbudos grasas sucios y se pusieron a llorar. Me aplastaron, me pisaron y me llenaron de transpiracion agena, pero no puedo negar que me divertí. Debe ser que la energía que emitia la masa de gente frenética y fanatizada era contagiosa y aunque no te gustara el famoso, saltabas y gritbabas igual, como si fueras uno más.
Luego de todo el frenesí, fuimos a jugar al tejo a Sacoa y a comprar malvaviscos, caramelos y gusanitos yummi a un negocio llamado "La melería" que recuerda a estar parado sobre un arcoiris, al estilo Wonka, pero en dimensiones minúsculas.
Volvimos al hotel y vimos Paranoid Park y comimos golosinas.

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