lunes, 27 de junio de 2011

Entender el desesperado sueño de ser; no parecer sino ser. En cada despertar, alerta. El nudo de la guerra, qué sos y qué creen los demás que sos. Su mirada contra tus ojos. Un sentimiento de vértigo y una constante voracidad por quedar finalmente expuesto. Tu piel tras la vitrina, el frio del vidrio.
Ser visto a través, ser despedazado y reducido, incluso extinto. Cada tono de voz, una mentira. Cada gesto, falso. Cada sonrisa, una mueca.
Morir? No, eso es impensable ; pero podés rehusarte a mover y silenciarte indefinidamente. Entonces al menos no estarás mintiendo. Entonces no tendrás que interpretar ningún rol, ni mostrar ninguna cara ni crear falsos gestos. Podés encerrarte adentro y encerrar al resto afuera. Se te había cruzado por la mente y lo descartaste con rechazo pero no necesitaste pensarlo dos veces para darte cuenta de que la realidad es diabólica.
Tu escondite no es a prueba de agua. Las palabras, y las imágenes hacen eco y subyacen. La vida se escabuye por cualquier rendija. Sos forzado a reaccionar.
Nadie pregunta si sos real o no, si sos honesto o estás compuesto de mentiras; eso es sólo importante en el teatro y quizás ni siquiera ahí.
Entiendo porqué estás en silencio, entiendo tu quietud. Tu falta de vida se ha convertido en una fantástica obra de arte.  Te entiendo y te admiro. Creo que deberías seguir interpretando este personaje hasta que todo esté finalizado y el mundo acabe o en su defecto hasta que ya no sea interesante, entonces podés abandonarlo, como abandonás a todos tus personajes.


Guardaba todas las memorias en una caja bajo su cama antes de irse a dormir, tomó coraje y abrió aquel cajón que hacía meses ya no abría. Encontró el álbum, y un par de nimiedades más. 
Mientras las lágrimas caían sobre su foto como si su intención real fuera acuchillar su rostro, el celular sonó.
Efectivamente su voz retumbó una vez más al otro lado. Automáticamente ya como si se tratara de un acto reflejo, las gotas congelaron su caida que fue reemplazada por la mísma calma efímera de siempre.
La conversación continuó con naturalidad como cada vez que hablaban, simbióticamente, necesitando oirse y saberse dia a día para poder pasar de largo las estaciones y hacer caso omiso de la vida que se les venía encima como una asesina a sueldo. Ya no estaba atormentada por la reciente conclusión que tanto habia evitado: la necesidad de él, ni nostálgica por la pérdida, ni impávida ante el hecho de que sus próximas horas, todas ellas, quiero decir el resto de su vida era una total incertidumbre, un panorama completamente difuso.
El mismo dejo de esperanza quedó plasmado en su respiración tras reconocer su aliento a través del teléfono y el mismo se fue al cortar la comunicación alegremente. Todo volvía a su estado natural, olividó el día que estaba llegando a término porque ese era su mayor efecto, un amnésico y esa era la causa de su adicción mutua.  
El frío de la habitación la congeló, el invierno regresó con todo su ímpetu.
Cerró los ojos, y continúo con el ciclo.


sábado, 18 de junio de 2011

Deslizándose por la vida, esta vez con los ojos cerrados, esperando una solución que ella no fue capaz de encontrar. Con la respiración acelerada, tomó una bocanada de aire y percibió la humedad. Pronto llovería. Encontrando consuelo en la idea de que aquella tormenta venidera jamás mermaría, y que con el golpeteo incesante de las gotas en los tejados, acallaría sus pensamientos cada vez más entresijados. Un valium o dos, quizás prozac y vicodin, cualquier cosa para anestesiar las punzadas. Un nudo en el estómago, un nudo en la garganta y otro más en la espalda, imovilizada.
Detuvo su andar de madrugada en medio de aquella calle en desolación y el viento helado la abrazó, sobrecogiéndola, poco a poco, lentamente escabulléndose por su piel. Cerró los parpados, escapó de su cuerpo. Era aire, era agua. Evocó al pasado en un segundo, mientras el semáforo seguía cambiando las luces eternamente y la noche le supo a nostalgia. Sacó la botella de su morral de cuero y dio un trago, profundo, amargo. Encendió un cigarrillo y aspiró su humo con fuerza llenando sus pulmones de tranquildad. Dejando sola a la soledad. Embriagada de incertidumres y vacios inconclusos, pasiones en slow motion, compañias languidecidas y su mirada de a ratos taciturna, así continuó su caminar nocturno, sin rumbo, sin reloj, sin pasado, sin futuro. Rendirle culto al silencio en la calma de una ciudad durmiente.


lunes, 13 de junio de 2011

Las palabras, tan tuyas, tan mías, tan silenciosas siguen haciendo eco en las paredes. No existe el tiempo y se siente como vienen, se pierden y vuelven a escapar.
En el vaiven de las horas mi espíritu se ahoga, la calma resquebrajada en tantos ojos que se agolpan, espectantes de mi.
Ya no me importa, ya no me toca. Sigo en la búsqueda de esa palabra, me quieren consumir.
La paranoia, su veneno, esta aguja. Es el exilio o me voy a extinguir.
Amanecer en mi mente. La marea de gente que crece, se incrementa. Me detonan la cabeza.

Decir

Hablemos de lo que pasa, hablemos de lo que pasó y de lo que fuimos. Hablemos de lo que no nos animamos a decir, conversemos sobre todo y sobre nada en especial como solemos hacer, más a menudo de lo que nos convendría. Hablemos y hablemos siempre con miedo a entrelazarnos de nuevo, de lastimarnos,de perdernos en laberintos que ni siquiera nosotros nos atrevemos a ver. Nuestras miradas se cruzan; me rodeas con tus brazos, tímidamente sin saber hasta dónde llegar, porque vos sabés que querés llegar y la culpa del regreso te hostiga en cada movimiento, 
y sutil y súbitamente cada momento vuelve al punto de partida,  el hecho irrevocable de que yo en materia de vos no tengo límites e irrefutablemente tus pies no son capaces de pisar nuestro pasado. 
Todo es tan fácil si solo hacemos química y explotamos. 
 Confesemos y terminemos con todo este juego. Ya no quedan jugadores, ya no queda nada que perder, masacrame o reconstruime otra vez.
Hablemos de todas las tardes, hablemos del otoño y del mar. Hablemos de todo. Hablemos ya. Digamos vos y yo. Siempre los mismos, en distintos tiempos, en diferentes cirunstancias pero, siempre.