Con un pie adelante a punto de hecharse a correr sintió que algo se movia a su costado. Miró de reojo y en un horror demencial descubrió que los chicos que estaban tomando cerveza ya no eran chicos y tampoco sostenian botellas de cerveza en la mano. Eran unos personajes que parecian escapados de un circo de mala muerte, altos, del metro noventa no bajaban. Vestidos en trajes que en una época habian sido coloridos y brillantes, pero en ese momento con la luz tenue del farol de la calle esos colores eran desteñidos y opacos. Verde, fuccia, azul eléctrico, turquesa, rojo, amarillo y colores que ella jamas habia visto en su vida, que podrían tranquilamente ser originarios de otro planeta, porque esos matices, definitivamente no eran de esta dimensión.
No comprendía porqué sentia tanto espanto pero no se detuvo a pensarlo. Comenzó a correr.
Ellos caminaban lentamente con aire taciturno casi ido y sin embargo ella apenas los había dejado atrás y ellos le pisaban los talones. Sus ojos estaban secos y no podia siquiera escupir una lágrima que lavara su miedo.
Ya llegando a la vereda divisó a un hombre corpuento de remera a rayas y anteojos grandes y se apuró a abrazarlo. Debía advertirle y él debia ayudarla.
Papá. me persiguen- dijo con su tono de voz alterado unas cuantas notas. Papá, me escuchás? Sacame de acá!! Sacame de acá, quieren castigarme!!
El hombre le agarró el brazo sin decir una palabra y comenzó a apurar el paso. Corrieron hacia la puerta del edificio en el que vivían.
Ellos eran cada vez más. Entraron en el pasillo de la casa. Su padre ya habia subido las escaleras y ella con un lijero vistazo atras, corrió escaleras arriba. La esperaba en el segundo descanso pero no estaba solo. Ella comenzó a temblar incontrolablemente quería saltar y agitar sus brazos. Quería morir que que todo aquello acabara de una vez, pero no podía.
Papá!!! Son demasiados, quieren lastimarme, quieren hacerme algo papá, quieren lastimarme!
Quienes?? Inquirió el hombre, de espalda ancha como un oso. El único que está acá es este pelotudo que no se que quiere.. exlamó señalando al más parecido a Willy Wonka vestido de gris.
Ella no comprendió de qué estaba hablando su padre; como podía ser que no los viera, eran tres no uno y estaban vestidos de colores bastante llamativos para que no los viera, sin mencionar su estatura. Quizás se hubiese vuelto loco del pánico a aquellas alturas. Necesitaba hacerlo reaccionar o los iban a matar a ambos.
Papá, son tres y abajo hay muchos más. Nos quieren lastimar, Nos.. Miro al de gris que tenia los ojos desviados hacia ella y a los demás con los ojos hacia arriba, como si no estuvieran alli, lo cual les daba aspecto de depravados. Nos quieren... Me quieren a mi!! Comprendió aún más desesperada. Su padre no los veia porque sólo querian que ella los viera, sólo la querian a ella y se la iban a llevar.
Papá! no te quieren a vos, solo a mi. Quieren matarme, quieren matarme, van a matarme!!. Andate, subí y entrá a casa, solo me quieren a mi. Corré!! Gritaba ella desconsolada, ya en la linea que dividia su cordura. Estaba lívida del terror. Presa de su propia pesadilla y nunca iba a parar a su corazón que golpeaba con tanta fuerza contra su pecho que en cualquier momento iba a salir. Su sangre estaba fria.
Dejá de hacer tanto escandalo.. A este le tenés tanto miedo? Le pregunto desafiante su padre con esa vos fuerte y varonil. A éste??
Y entonces agarró al que estaba vestido de gris, al de sombrero alto, por el cuello y lo levanto como si no pesara nada, como si no midiera más de dos metros y no pesara una tonelada. Lo miró un instante a esos ojos desquiciados y lo reboleó contra la pared.
Cayó despatarrado contra los otros dos. Estaban inmóbiles.
Ella sonrió, su padre habia desaparecido. Bajó a toda velocidad las escaleras ya con un poco más de confianza, pero ésta se esfumó al ver a una chica de no mucha mas edad que ella, de cabellos rojizos, en ropas naranja y amarillas.
No era tan alta como los demás, pero la miraba sobradoramente. Una mano huesuda y putrefacta trataba de colarse por la puerta entreabierta, pero no llegaba a entrar.
A través del vidrio logró divisar centenas de personajes en colores desgastados. Eran un ejercito de alegria muerta.
Caminó solo un paso pero la pelirroja no se movió y la siguió mirando como si esperara algo. Avanzó uno poco más hasta que estuvo lo suficientemente cerca como para sentir su uniforme de seda anaranjado con botones enormes. Tocó su piel y entonces tomó su cara entra sus manos. Ya no le daba tanto miedo. Cerró los ojos con fuerza y la besó.
Al instante sintió un sabor dulce. Un sabor hermoso, y miles de recuerdos borrosos llegaban a su cabeza. Conocia ese sabor y cuanto más presionaba esos labios contra los suyos, más intenso era el sabor. Frutilla.. llegó a reconocer, pero había algo más.
Besó con más pasión aun. Necesitaba descubrirlo, saber que significaba ese gusto.
Comenzó a sentir un cosquilleo en el estómago. Y siguió besándola. Y de pronto recordó, en un segundo comprendió. Ya no habia nadie a su alrededor, todos se habian evaporado. Quería continuar.
Despertate, ya son las nueve... Escuchó una voz a lo lejos. O pensás seguir de largo?? La cena va a estar en diez minutos.
Dio vuelta en su cama apretando con fuerza su mano a la almohada. Abrió los ojos y se levantó de a poco, con el resabio de aquel sabor impregnándole la boca, los labios. Como si se los hubiese pintado una vez más con su labial, aquel que habia comprado durante unas vacaciones a Mar del Plata, a sus ocho años. Un labial dorado.